Al hablar de la historia del BMW nos enfrentamos a un recorrido fascinante de más de un siglo de innovación, tecnología puntera y la búsqueda de la excelencia en el sector del automóvil. Desde sus inicios como humildes fabricantes de motores de avión hasta convertirse en un referente como constructor de coches de alta gama, la marca alemana siempre ha demostrado ser capaz de sobreponerse a los obstáculos y desafíos creando todo un icono.
Los inicios en la historia del BMW
El origen de BMW se remonta a 1916, cuando Karl Rapp y Gustav Otto fundaron la compañía Bayerische Flugzeugwerke (BFW) en Múnich. Inicialmente, se dedicaban a la fabricación de motores para aviones, un sector que experimentaba un rápido crecimiento debido a la Primera Guerra Mundial. En 1917, la compañía cambió su nombre a Bayerische Motoren Werke (BMW), marcando el nacimiento oficial de la marca que conocemos hoy.
Tras el fin de la guerra, BMW se vio obligada a diversificar su producción debido a las restricciones impuestas por el Tratado de Versalles. Fue entonces cuando la empresa comenzó a fabricar motores para motocicletas y, poco más tarde, sus propios modelos de moto.
El éxito que cosecharon les sirvió para lanzarse a la fabricación de automóviles en 1928 tras adquirir Eisenach. Su primer modelo fue el Dixi, un pequeño coche muy inspirado por el Austin 7 británico.
BMW durante la Segunda Guerra Mundial y la posguerra
La Segunda Guerra Mundial marcó un punto de inflexión en la historia del BMW. La empresa tuvo que volver a la producción de motores de avión para el esfuerzo bélico del Tercer Reich. Esta decisión les pasó factura. Al final de la guerra, sus fábricas fueron bombardeadas y desmanteladas por los aliados.
La primera posguerra fue especialmente dura y difícil. La planta de Eisenach quedó bajo control soviético y, para poder sobrevivir, no les quedó más remedio que fabricar utensilios de cocina y bicicletas.
Ya en 1951, con algo más de estabilidad, BMW lanzó el 501, un sedán de lujo que, aunque no fue un éxito comercial, demostró la capacidad de la empresa para producir vehículos de alta gama.
En este período también se produjeron algunos de los modelos más representativos de la historia de BMW, como el Isetta, un microcoche que contribuyó en gran medida a la supervivencia financiera.
La crisis de los cincuenta y la recuperación
A pesar de los esfuerzos por recuperarse, BMW enfrentó una grave crisis financiera a finales de la década de 1950. La empresa estuvo al borde de la quiebra y casi fue adquirida por su rival Daimler-Benz. Sin embargo, el destino del fabricante cambió gracias a una fuerte inversión económica del industrial Herbert Quandt.
Bajo la nueva dirección, BMW lanzó el modelo 700 en 1959, un compacto que se convirtió en un éxito de ventas y ayudó a estabilizar sus finanzas. Este renacimiento culminó con la introducción de la «Nueva Clase» en 1962, comenzando con el 1500.
Estos automóviles establecieron la reputación de los alemanes como la casa de los sedanes deportivos de alta calidad.
La caída de Rover
En 1994, la historia del BMW sufriría un gran traspiés tras la adquisición del Grupo Rover. Si bien su intención era la de expandir su presencia entre los vehículos de gama media, la estrategia no tardaría en dar signos de haber sido fallida.
Tras varios años de pérdidas y dificultades no tuvieron más remedio que vender Rover en el año 2000. Sin embargo, retuvieron los derechos de la marca Mini, que alcanzaría momentos de gloria bajo el paraguas de BMW.
BMW en la actualidad
Ya en el siglo 21, BMW fue ampliando y mejorando sus series 3, 5 y 7 y, además introdujo el Z1, un deportivo de lujo con carrocería cupé y descapotable que fue evolucionando hasta el Z3, el Z4 y el Z8.
También desembarcaron en el ámbito de los todoterrenos con el X5 en 1999 seguido por el X3 en el 2003 y más recientemente el X6 creando la categoría SAC (Sport Activity Coupe) elaborando un híbrido perfecto entre un vehículo con características capaces de enfrentarse a cualquier situación con unas proporciones y un diseño más pegados a la estética deportiva.
Además, la fábrica alemana ha demostrado su fuerte interés en mantenerse siempre a la vanguardia de los avances tecnológicos y electrónicos en sus vehículos.
La historia del BMW es un testimonio de la resistencia, la innovación y la pasión por la excelencia que han definido a la marca alemana desde sus inicios hasta el presente.
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