Una aventura diferente: el Monte-Carlo Historique

Desde el año 1998 en que se organizó la primera edición, la semana siguiente al Rallye Monte-Carlo (que tradicionalmente abre el Mundial de Rallyes) es una fecha señalada para los aficionados a los coches históricos y clásicos debido a la celebración del Rallye Monte-Carlo Historique, una prueba que también está organizada por el ACM (Automóvil Club de Mónaco) y que trata de recuperar la esencia de la cita monegasca cuando el apartado de velocidad recorría buena parte del centro y sureste de Francia; así como mantener esa peculiar idiosincrasia que siempre la caracterizó, con diversas ciudades europeas como punto de partida y que han ido variando a lo largo de estas 25 ediciones, que son precisamente las que se cumplen en 2023 (en el año 2021 tuvo que ser cancelado).

Precisamente Barcelona, con el apoyo del RACC, fue una de esas ciudades europeas desde las que arrancó durante más de dos décadas (aunque actualmente ya no forma parte de ese elegido elenco). El Monte-Carlo Historique es un rallye diseñado para los más nostálgicos, con largos recorridos y etapas que parecen no terminar nunca, con eternas jornadas al volante que pueden llevarte a estar casi 24 horas sin apenas descanso. No obstante, en los últimos años se ha variado algo la dinámica. O al menos es lo que percibo con respecto a la edición de 2007, en la que pude participar por primera y única vez, llevándonos desde Barcelona hasta Saint-Étienne en una interminable etapa de concentración. Aunque no menos tediosa resulta para los que parten desde Oslo, que arrancan dos días antes que el resto para hacer más de 1.500 km de aperitivo.

Una de las situaciones más sorprendentes y curiosas que pude vivir, al menos para mí, es realizar la ascensión de un “col” o puerto de montaña por una vertiente con sol y con el asfalto completamente seco. Ocurrió, en concreto, en el Col de Menée, donde me consta por comentarios que he podido recabar a posteriori que es muy habitual que así sea y que cuando te toca atravesar el túnel de la cima aparezcas en la otra vertiente con unas situaciones atmosféricas completamente diferentes. El cielo pasa a estar totalmente cubierto de nubes, la carretera se encuentra con un generoso manto de nieve y la niebla, además, suele aparecer con frecuencia, por lo que el descenso es absolutamente infernal ya que lo más habitual es no acertar con la monta de neumáticos.

Un guiño al pasado

Aquí no hay planificación que valga. Aunque el Monte-Carlo Histórique trata de mantener la improvisación que le caracteriza y a pesar de que el recorrido se publica con bastante antelación, este viene encriptado y únicamente indica rumbos a seguir, como si estuviésemos navegando por el desierto, por lo que no perderse en los recorridos de enlace es clave a la hora de no penalizar.

No obstante, casi todas las carreteras francesas (por no decir todas) ayudan mucho al estar numeradas con hitos kilómetros que son vitales a la hora de comprobar que vas por la ruta correcta. Más sencillo es realizar los sectores de regularidad, lo que en velocidad denominamos tramos cronometrados, en los cuales sí tienes un libro de ruta con viñetas, pero sin distancias. En este caso no es difícil saber hacia dónde dirigirse en cada cruce porque es habitual encontrarse aficionados que te indican la dirección correcta. Y aunque las carreteras no están totalmente cerradas al tráfico rodado, sí lo parece cuando afrontas esos sectores de regularidad en los que apenas encuentras vehículos circulando en sentido contrario, si bien lo más recomendable es hacerlo siempre por el carril derecho porque también es por donde se ha realizado la medición. Si cortas demasiado, es frecuente que la distancia no coincida con la del medidor.

En este aspecto también se ha evolucionado mucho en las últimas ediciones con la “digitalización”. Si en los primeros años podría ser suficiente con un par de “retrotrip”, ahora se llevan todo tipo de aparatos que permiten mantener la velocidad media en cada sector de regularidad y penalizar lo menos posible, aunque en este aspecto también tiene su incidencia para la clasificación el tráfico que puedas encontrar.

Otro de los atractivos de este rallye es poder recorrer tramos míticos y con cierta historia o tradición del Monte-Carlo de velocidad, como Saint-Jean-en-Royans, Burzet, Saint-Bonnet-le-Froid, Lantosque-Lucéram o el Col de Turini, entre muchos otros. Todos los habitantes de estas localidades lo viven como si estuvieran en la época de los Grupo B e incluso montan su fiesta particular al paso de la larguísima caravana del Monte-Carlo Histórique. Es más, posiblemente te puedas encontrar, camuflado entre los aproximadamente 300 coches que suelen participar cada año, a alguno de aquellos pilotos que tantos recuerdos dejaron a estos aficionados que los vieron hace ya más de dos o tres décadas desde las nevadas cunetas de esas especiales. El reconocido y apreciado Jean Ragnotti es uno de ellos, otro Bruno Saby… y así hasta una larga lista entre los que este año se encuentra el español Luis Climent, aunque en anteriores ediciones hemos visto a Salvador Cañellas, Antonio Zanini o ‘Mía’ Bardolet, entre muchos otros que han querido estar en el Monte-Carlo en una segunda juventud de una forma más lúdica, pero sin perder nunca ese espíritu competitivo que les caracteriza.

¿Llegará a ganarlo un equipo español?

Un dato que nos indica lo complicado que es conseguir la victoria en esta prueba tan singular es que únicamente un piloto en toda su historia ha logrado ganar más de una vez. Nos referimos al belga Jose Lareppe, que vencía en las ediciones de 2010, 2012 y 2014, las dos primeras acompañado por el también belga Joseph Lambert, que es el único copiloto que cuenta con más de un triunfo pues a estas dos se añade otra junto al piloto, también belga, Alain Lopes en 2007. Precisamente estos días, cuando se iniciaba la 25.ª edición del Monte-Carlo Histórique, nos llegaba la triste y luctuosa noticia del fallecimiento de Joseph Lambert a la edad de 73 años. Ningún equipo español ni piloto o copiloto han conseguido ganar, pero en las últimas ediciones lo han acariciado Rafael Fernández Cosín y Julen Martínez-Huarte, segundos en 2020, misma posición que igualaban al año siguiente, en 2021, Álvaro Ochogavías y Manuel Macho.

Para ganarlo, o al menos intentar luchar por la victoria, al margen de no padecer averías o sufrir las inclemencias de las condiciones atmosféricas y del tráfico rodado, es casi condición indispensable realizar el recorrido con antelación y para ello son muchos los equipos que van en diciembre e incluso vuelven en enero para reconocerlo, una vez que el ACM publica el itinerario. Otros optan por adquirir un libro de ruta convencional, con viñetas y medido con la mayor exactitud posible, que algunas personas se dedican a elaborar y entre los que están los españoles Secundino ‘Cuni’ Suárez o Manuel Macho, y que posteriormente venden a los equipos interesados en hacerse con tan valioso material. Sin embargo, aquí también entra en juego la picaresca y es posible que, de esos que se comercializan, salga alguna copia sin pasar por “caja”.Inscribirse y participar en un Monte-Carlo Histórico no supone ninguna broma y, si tu deseo es hacerlo alguna vez, te recomendamos prepararlo con suficiente antelación y elegir el coche adecuado, aunque para esto la organización también suele hacer un filtro porque les interesa variedad de modelos. Hace unos años los Alpine A110, los Ford Escort, los Mini Cooper o los Porsche 911 eran legión y por eso el ACM trataba de establecer algún tipo de corte. Lo único que piden es que el coche entre dentro del rango de edad exigido y que haya participado en el Rallye Monte-Carlo, por lo que es mucho más fácil ser admitido si el coche en cuestión no es demasiado popular y no está demasiado visto. Eso sí, habrá que preparar la cartera, porque con el alza de precios de estos últimos años, es casi imposible hacerlo por menos de 15.000 euros aún yendo muy justo de medios.

Artículo escrito por Javier Figueiredo, copiloto de rallies y participante en la edición de 2007 del Monte-Carlo Historique

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