Maserati Ghibli M157: Un viento del sur que se resiste al paso del tiempo

La historia del Maserati Ghibli es un tanto curiosa, una de idas y venidas. La primera generación fue un Gran Turismo 2+2 diseñado por Giorgetto Giugiaro cuando trabajaba en el estudio Ghia y se fabricó entre 1967 y 1973, movido por un enorme motor V8 que superaba los 300 caballos, nada mal para la época. La segunda generación, la de los noventa, era un diseño más cuadrado que partía (y tomaba muchos elementos, motores incluidos) del Biturbo de los ochenta, con algunas versiones deportivas e incluso una copa monomarca. Ahora bien, en este artículo nos centraremos en la tercera generación, el Ghibli que se sigue fabricando a día de hoy.

La tercera generación está siendo una particularmente longeva, presente desde 2013. Un coche que recupera la esencia de Gran Turismo de la primera generación del modelo con su carrocería de cuatro puertas. De hecho, se trata de un coche en una situación extraña dado que su producción ha continuado más allá de la inclusión de Maserati en Stellantis, al comprar PSA el conglomerado FCA. Lo mismo ocurre con la sexta generación del Maserati Quattroporte (que también cuenta con más de diez años de antigüedad) así como con el Maserati Levante, si bien la producción del primer SUV de la marca finalizará antes de que termine el año 2024.

Su rango de motores es muy variado: cuenta tanto con un motor gasolina 3.0 V6 como con un 3.8 V8, ambos motores biturbo de origen Ferrari, recordando el modelo ‘hermano’ sobre el que se basaba la anterior generación. También tuvo el distintivo de ser el primer Maserati de la historia en utilizar un motor diesel, en concreto un turbodiésel 3.0 V6 disponible sólo en el mercado europeo, basado en el propulsor V6 turbodiesel que llevaba el Jeep Grand Cherokee. En todos los casos el motor va acoplado a una caja de cambios automática de ocho velocidades obra de ZF, transmitiéndola al eje trasero en todos los casos salvo la versión Ghibli S Q4, que es tracción a las cuatro ruedas.

El 3.0 V6 fue incrementando su potencia desde los 325 caballos iniciales hasta los 424 de los Ghibli S y Ghibli S Q4 – el 3.8 V8, con nada menos que 572 caballos, se reserva para las versiones Ghibli Trofeo y Ghibli 334 Ultima, en ambos casos superando los 325 kilómetros por hora de velocidad punta. El motor turbodiesel genera unos 271 caballos. En 2021 se añadió una variante Mild Hybrid, un 2.0 turbo de cuatro cilindros que comparte con los Jeep Cherokee y Grand Cherokee, el Maserati Grecale o los Alfa Romeo Giulia y Stelvio, el cual genera 325 caballos pero menos par motor que las variantes V6.

Al volante, lo primero que llama la atención son las levas en el volante como las que podríamos encontrar en un Ferrari, unas levas con una respuesta muy agradable al tacto y, por supuesto, un interior con materiales de lujo (exceptuando algunos elementos, como los mandos) y un diseño bellísimo bitono que rodea la pantalla táctil donde se centra la navegación – un salpicadero coronado con un reloj analógico en el centro del mismo. Al contrario que en un superdeportivo de la marca del Cavallino, en el Maserati Ghibli uno va muy, muy cómodo arropado en sus asientos. El sonido del Ghibli también es glorioso, sobre todo cuando se activa el modo Sport que cambia tanto la respuesta del acelerador como la de la caja de cambios, además de activar una válvula en el escape para hacerlo aún más sonoro y armonioso.

Es esencialmente un coche de tracción trasera, incluso cuando uno va circulando de manera normal en el Ghibli S Q4. Ahora bien, en el caso de este último, cuando el sistema detecta que falta agarre, es capaz de redirigir hasta el 50% de la potencia al eje delantero. La dirección funciona bien, aunque de tanto que filtra la carretera, no llega a dar una sensación al conductor de estar conectado con la misma. Aún así, es un coche con el que se disfruta plenamente al volante, no por otorgar unas sensaciones extremas sino por contar con una increíble calidad de marcha. Un coche que, eso sí, requiere de un mantenimiento exhaustivo, algo que les sonará a muchos propietarios de coches italianos.

Un modelo que se mantiene más de una década en el mercado e incluso recibe mecánica hibridada después de tanto tiempo es una anomalía. Una prueba más de que cuando un Maserati funciona a las mil maravillas… realmente es una experiencia singular al volante que merece la pena probar.

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