Quién me iba a decir que tras 23 años trabajando en el sector de la comunicación del automóvil en España, en prestigiosas revistas como Motor16, Autopista, Motor Clásico, Coche Actual o Automóvil, empezaría una nueva andadura como embajador de Soul Auto.
Esta honorable condición es algo que me hace tremendamente feliz. Lejos de ser un argumento publicitario (yo ni sé, ni quiero, ni sirvo para vender coches), para mí supone un bonito reconocimiento a mi forma de entender el automóvil, sentimiento, por que lo es, un sentimiento que tenemos muchos. A ver si en esta primera aparición en público, y antes de empezar a hablar de coches, soy capaz de explicarlo.
¿Qué es lo que hace que un coche tenga alma?
En todas las épocas hemos tenido coches bonitos y feos, prácticos o inútiles, grandes y pequeños, superventas o sonados fracasos. Desde los popularizados SUV a los entrañables deportivos o, incluso, los engendros mecánicos que siempre ha habido, en definitiva, coches para todo el mundo y gustos. Hay multitud de categorías, en función de su tamaño, aptitudes, precio…
Sin embargo, para mí todo este interminable batiburrillo de clasificaciones automovilísticas se resume en una cosa: que tengan alma o no. Sí, es cierto que estamos hablando de una “cosa” inanimada o, bueno, al menos así lo ve el 90 por ciento del mundo, algunos de ellos incluso lo ven políticamente incorrecto o el enemigo a batir. Pero los que vemos en el automóvil algo más que un trozo de metal, entendemos que es casi un objeto de culto, una vía de escape o, incluso, una excusa para salir de lo cotidiano, y creemos (sólo por leer esto ya te he metido en mi grupo de iluminados) que hay dos tipos de coche: el que tiene alma y el que no. Si lo analizas bien, no hay más.
Podría empezar a enumerar ejemplos y no terminaría nunca. Haz memoria y párate a pensar en casos de coches que salieron al mercado y se convirtieron en un auténtico fracaso pero que, con el paso del tiempo, llegaron a ser valorados e, incluso, cotizados ¿Sabrías decirme por qué? Yo lo tengo claro, porque nacieron con alma.
Un Volkswagen Tipo 1, el popular Escarabajo, tiene alma, un Opel Corsa TR no. No es una cuestión de precio, aunque muchas veces influye. El país de origen y su cultura son más importantes de lo que parece; me cuesta encontrar un coche italiano que no tenga alma. Recuerdo perfectamente cuando salió el Fiat Múltipla, puesto que estuve en su presentación mundial. Dije “esto no es feo, es horrible”. Pues bien, hoy en día tiene legiones de adeptos, y no pasará lo mismo con su coetáneo el Citroën Xara Picasso, al margen de si era bueno o no.
¿Qué es un coche con alma?
Hay multitud de factores que hacen que un coche tenga alma. Mi teoría es que quien lo fabrica la pone, pero principalmente está en el diseño, ya sea muy bonito o muy feo. También podemos encontrar ese alma en una tecnología diferente o algunos, incluso, pueden ganarse el alma a través de una aparición en una película, la competición o por que su famoso propietario se la haya transmitido.
No es necesario que un coche sea bueno para llegar a tenerla, el paso del tiempo puede hacer que la veamos. Todos recordamos el Lamborghini Urraco, un cúmulo de averías con ruedas pero que hoy mataríamos por tener uno. En la presentación internacional del primer Renault Clio V6 dije “este coche desaparecerá pronto”, me pareció que no estaba equilibrado (de hecho en la presentación dos periodistas nórdicos salieron muy mal parados) y sin embargo, hoy en día es un coche con alma y hasta yo mismo, gran detractor, querría tener uno.
Dicen que la familia te toca, pero que los amigos los eliges a lo largo del camino y para mí todos mis coches han sido mis amigos… ¿tú no hablas con ellos? Por eso en mi vida he elegido a los amigos que he querido que me acompañaran en el camino. Unas veces con más presupuesto, otras con menos, pero todos ellos tenían alma y por eso todos me hicieron feliz, aunque alguno me arruinó, claro, pero eso no me importó y hasta los recuerdo con cariño. Y esta es la base que compartimos Soul Auto y yo, coches con alma que no siempre necesitamos, pero que sí que tienen que estar en nuestro garaje, aunque tu pareja o amigos no lo entiendan; ellos se lo pierden.
Por Dani Cuadrado