Cuando uno piensa en un Ferrari clásico – clásico de veras, de los años cincuenta, sesenta o setenta – se imagina un doce cilindros, de esos que suenan a gloria y que representan al más absoluto nivel la filosofía de Enzo Ferrari, la que rehuía de aerodinámica y demás, centrándose casi de manera exclusiva en un motor casi hecho para que Dios lo escuche cual sinfonía perfecta. Pero no tanto en un seis cilindros. Es aquí donde entra en juego el protagonista de este artículo: el Ferrari Dino 246, el coche más conocido de esta submarca que se centraba en los coches con motores de seis y ocho cilindros – en definitiva, todo lo que no era un Ferrari de doce cilindros.
Como muchos ya sabréis, la marca Dino nace en honor al tristemente desaparecido primogénito de Enzo Ferrari, Alfredino ‘Dino’ Ferrari, fallecido por culpa de su distrofia muscular con apenas 24 años de edad, una muerte que destrozó al ‘Commendatore’ y le envolvió en un aura de pesadumbre para el resto de sus días. La marca se creó justo tras su muerte en 1956, siendo en su origen pensada para agrupar a aquellos Ferrari de seis y ocho cilindros de competición como el 156 de Fórmula 2 (cuyo motor V6 lo hizo el propio Dino poco antes de morir), el Dino 246 S o el 286 SP. En honor a Dino también se nombró originalmente el circuito de Imola, hogar del Gran Premio de San Marino de F1 durante tantos años y en tiempos recientes del GP de la Emilia Romagna (además de albergar el GP de Italia en 1980).
La nomenclatura de cada uno de estos coches, como era entonces habitual en Ferrari, ya nos decía mucho del motor que llevaba, pues las dos primeras cifras eran un indicativo de su cilindrada y la tercera indicaba el número de cilindros. Así pues, el 156 llevaba un motor 1.5 de seis cilindros, el 246 un 2.4 de seis cilindros y el 286 un 2.8 también con seis cilindros. Para Enzo, los coches de calle eran simplemente un medio para hacer coches de carreras y financiar su maquinaria ganadora en circuitos. Y así nace Dino, pues su misión principal era llevar el motor que llevarían los Fórmula 2 de 1.6 en coches de calle para así cumplir con las exigencias de homologación de la época.
Centrándonos en el Dino 246, era un coche de motor central y tracción trasera, una apuesta arriesgada dado que era una configuración que ya estaba demostrando ser lo ideal en competición, pero en coches de calle era algo propenso a tener reacciones demasiado nerviosas – sobre todo en aquel entonces, con neumáticos más delgados y suspensiones y chasis no tan desarrollados como en la actualidad. El Dino 246 daba algo menos de 200 caballos de potencia a través de su caja de cambios de cinco velocidades y alcanzaba unos 235 kilómetros por hora – ya entonces contaba con suspensión independiente en los dos ejes, lo cual le daba una sensación de manejo muy agradable en todo tipo de carreteras. De hecho, el manejo es lo que muchos han alabado del Dino 246 GT a lo largo de su historia.
Y no era para menos, pues el Dino tenía también como misión plantar cara a Porsche y su entonces nuevo 911 de primera generación (901), el cual ya estaba causando sensaciones (aunque sí era considerado un coche complicado de conducir). Enzo no quería que Ferrari se identificara con coches accesibles sino con deportivos del más alto nivel con motores de doce cilindros, otro motivo por el que lanzó Dino. El 246 supuso el primer Ferrari producido a gran escala, siendo más asequible que el resto de Ferrari. Esto llevó a que se fabricasen unas 2295 unidades del Dino GT así como 1274 del GTS, la versión Spyder que salió entre 1972 y 1974.
El Ferrari Dino tuvo ‘algo’ de influencia en competición, dado que su motor 2.4 V6 fue el que más tarde llevó el Lancia Stratos (también de motor central y tracción trasera) que ganó varios títulos en los albores del Mundial de Rallyes, siguiendo la estela legendaria de victorias de la marca que había iniciado el Fulvia y seguiría con los 037 y Delta en décadas posteriores. Dino, por su parte, desaparecería en 1976 después de la producción del Dino 308 GT4, un V8 3.0 de más de 250 caballos de potencia montado sobre una variante alargada del chasis del Dino 246 que también llegó a los Estados Unidos.
Más tarde apareció el 208 GT, una variante con motor 2.0 y 170 caballos pensado para Italia, pues en aquel entonces los motores de más de dos litros estaban sujetos a un IVA del 38%, más del doble de lo habitual. Una vez desapareció Dino, este coche sería reemplazado por el 208 GTB. Aunque Dino dejó de existir hace casi medio siglo, la idea de tener Ferrari de un precio algo más asequible (aparte de los más exclusivos, cogiendo con pinzas la idea de asequible) se ha mantenido hasta la actualidad.
Artículo Escrito por David Durán