Cuando Lancia sacó al mercado el Delta a principios de los ochenta, con una modesta mecánica al comienzo de su vida comercial, poco tenía que ver con lo que le depararía el destino. La evolución en los rallyes y los grandes éxitos de la marca, primero con el Fulvia, después con el Stratos y el Lancia 037 Rallye, llevaría a que en el cénit del Grupo B desarrollasen el efectivo (pero eventualmente letal) Lancia Delta S4. Cuando el Grupo B desapareció a finales de 1986, Lancia necesitaba un coche que fuese efectivo en especificación de Grupo A. Es ahí cuando aparece el que para muchos sigue siendo el rey legendario del Campeonato Mundial de Rallyes: el Lancia Delta HF Integrale.
El Delta HF Integrale llega en un momento en el cual el Delta, como coche de calle, ya había pasado bastante tiempo en el mercado, habiendo recibido actualizaciones estéticas empezando por su ya icónicos dobles pilotos delanteros, además de unos pasos de ruedas ensanchados, un spoiler trasero y otros elementos que convertían el utilitario del que partían (diseño de uno de los grandes pinceles del motor, Giorgetto Giugiaro) en un auténtico deportivo. Pero antes del HF Integrale, no nos olvidemos, habían llegado el Delta HF, el HF Turbo y el HF 4×4, pues los primeros eran coches de tracción delantera como se concibió originalmente. Aunque hubo un Delta Turbo 4×4 prototipo ya en 1982, el Delta HF 4×4 se basaba en la tracción total del Delta S4 del Grupo B con sistema de diferencial central elíptico.
El primer Delta HF Integrale llegaría en 1987 con su motor 2.0 turbo de cuatro cilindros y ocho válvulas, con nuevas válvulas, asientos de válvulas, un turbo de mayor capacidad y otras mejoras que elevaban la potencia de unos 160 a 182 caballos con 304 Nm de par motor. Contaba con una caja de cambios de cinco marchas montada, una caja de cambios algo más corta y mejoras tanto en la suspensión como en los frenos. No sólo era un coche de calle efectivo, sino un arma en rallyes tanto en especificación de Grupo N como por supuesto en el Grupo A.
Para 1989 aparecía el Delta HF Integrale 16V, debutando ese mismo año (con victoria) en la prueba de casa de Lancia en el WRC, el Sanremo. Este Delta HF Integrale ya incorporaba los ensanches en los pasos de rueda, así como un capó más alto para alojar el motor de 16 válvulas y facilitar la refrigeración del mismo. La potencia (en el modelo de calle) se elevaba hasta los 200 caballos, mejorando la respuesta del turbo, inyectores de mayor tamaño y un intercooler revisado, entre otros cambios. En 1992 y 1993 llegarían las versiones finales, los Evoluzione 1 y 2 – también conocidos como Deltona – que supondrían las ediciones más radicales del Delta HF Integrale, alcanzando los 215 caballos gracias a un nuevo sistema de escape, además de contar con muchas pequeñas mejoras.
Al montarse en un Delta HF Integrale, uno siente la potencia de los 200 caballos y 300 Nm de par motor a lo bruto, una patada ‘a la antigua usanza’ que el cuerpo humano casi siente como si fueran el doble. La posición de conducción es muy erguida en unos asientos envolventes y un volante algo horizontal. No es un coche con una gran calidad de marcha, con muchos crujidos y unos reglajes de suspensión algo duros. Ahora bien, la dirección responde a las mil maravillas, suena a coche de carreras (porque, en buena parte, lo es) y casi se conduce con la precisión de un kart. A quien le gusten las carreras, es un coche que no te deja indiferente. Quien sea fan de los rallyes, pocas experiencias mejores puede tener en el mundo a conducir un Lancia Delta HF Integrale.
No es un coche de potencia bruta, sobre todo en comparación con las cifras de hoy día – de hecho, muchos SUV familiares le superarían en potencia – pero es su capacidad de entrada y paso por curva lo que le hace sobresalir incluso a día de hoy, 35 años después de la aparición del HF Integrale 16V. No cabe duda de que es un coche completamente lleno de alma y uno muy apetitoso para los fans del motorsport.
El hecho de que Lancia ganase, gracias a los Delta HF Turbo 4×4, Delta HF Integrale y posteriores evoluciones, los títulos de constructores del WRC entre 1987 y 1992 con nada menos que 46 victorias en total, además de darle títulos de pilotos a Miki Biasion y Juha Kankkunen. La marcha de Lancia del WRC marcó el inicio de un declive que casi lleva a la desaparición de la marca, limitándose a vender modelos pequeños en Italia. Ahora bien, en 2024 Lancia, reubicada como marca lujo dentro del conglomerado de Stellantis renace con un nuevo Ypsilon…y parece que se está gestando una posible vuelta a los rallyes, ahora que la normativa del WRC está experimentando cambios para atraer a más fabricantes. Si vuelven… ojalá sea con un Martini en mano.