Decir que en los años noventa Porsche pasaba por una situación delicada es quedarse corto. Era un momento en el cual su viabilidad económica estaba en duda – prueba de ello había sido el desarrollo de la generación 993 del 911. A finales del siglo XX veíamos la versión de producción del descapotable que se había visto a principios de la misma década: el Boxster 986, el primero de una saga de pequeños deportivos descapotables que perdura hasta día de hoy.
Del prototipo de 1993 al 986 de producción no hubo demasiados cambios, si bien en el prototipo era evidente de dónde se inspiraba: en el 550 Spyder y en el 718 RS 60 de los años cincuenta, manteniendo la idea que le daba el nombre al Boxster – es decir, el motor boxer y la idea de roadster, ya habiéndose rejuvenecido el mercado de descapotables ligeros para aquel entonces con modelos como el Mazda MX-5 NA o el BMW Z1 después de varios años en decadencia. Los faros traseros eran pequeños al principio pero crecieron para la versión de producción, mientras que los delanteros mutaron de forma hasta tomar los faros de ‘huevo frito’. Los mismos que montaría el 996 – y con razón, pues ya por entonces se estaba gestando la generación 996 en las entrañas de Stuttgart.
Tres años pasaron desde este prototipo al Boxster de producción que aparecía por primera vez en 1996, un coche que heredaba más que los faros delanteros del 911 Carrera. En concreto, las aletas delanteras y las puertas también eran comunes, muestra tanto del desarrollo en conjunto de ambos modelos como de la necesidad de Porsche de ahorrar en desarrollo por la situación en la que se encontraba a nivel financiero. Aún así, las líneas generales eran muy similares y la idea original se mantenía de manera clara, un descapotable que se colocaba en la gama por debajo del 911 (que se mantendría como el buque insignia de la marca, como ha sido siempre y sigue siendo a día de hoy).
Su motor M96 de seis cilindros colocado en posición central ofrece un reparto de peso perfecto que influye en su genial conducción. Originalmente era un 2.5 de unos 200 caballos, pero en 2000 llegaba una actualización cambiando su cilindrada a un 2.7 de 217 caballos mientras que para el Boxster S se empleaba la variante 3.2 de 247 caballos. Las unidades finales de 2003 en adelante aumentaron su potencia en unos 5-7 caballos para ambas versiones. En particular hay que tener cuidado con las primeras versiones que dieron problemas con las camisas de los cilindros que podían rajarse o romperse, entre otros problemas, pero en las unidades de finales de 1999 en adelante ya venía corregido el fallo.
De serie, el Boxster 986 montaba una caja de cambios manual de cinco velocidades que tiene un tacto algo duro, pero funciona de maravilla – como opcional, Porsche ofrecía el cambio Tiptronic de cinco velocidades ya desde las primeras unidades de 1996, un cambio de marchas automático con convertidor de par. Para las últimas versiones se ofertaba como opcional la versión actualizada Tiptronic S de seis marchas, tanto en los Boxster normales como en los Boxster S.
Incluso a día de hoy, viajar en carretera con un Boxster 986 sigue siendo muy cómodo para los estándares actuales – cierto es que no hay un excesivo espacio al tratarse de un biplaza puro y duro, pero es más que suficiente para dos pasajeros de tamaño medio. Al contrario que otros deportivos descapotables de la época, no hay demasiado ruido en la cabina de manera que se puede mantener una conversación normal. El tiempo de despliegue y pliegue de la capota textil eléctrica es también aceptable. Cuando el coche pasa de 120 kilómetros por hora, el borde de ataque se despliega automáticamente entre los faros traseros para generar un poco más de carga.
Estamos hablando, en definitiva, de un coche relativamente moderno, lo que denominaríamos un youngtimer, que en buenas condiciones sigue funcionando a las mil maravillas ahora que está a punto de convertirse en clásico. Un coche que se puede considerar apto para el día a día o como una inversión de futuro, siendo además un deportivo biplaza descapotable que se encuentra a un precio razonable (sobre todo los Boxster normales, si bien también se aplica a los Boxster S) en un mercado en el que otros tienen cotizaciones claramente al alza.
La situación financiera de Porsche se resolvería, sí, pero no con el 911 ni con el Boxster, sino con la llegada del modelo que más se ve en la calle ahora mismo: el Cayenne de primera generación, que a su vez tomaba muchos elementos del Grupo Volkswagen. Junto con el BMW X5 de primera generación fueron los principales impulsores de la moda SUV que ahora mismo domina el mercado para bien o para mal (ya que eso ha llevado a una excesiva uniformidad en lenguaje de diseño). El Boxster, fusionado con el Cayman que aparecería más tarde, darían lugar a los 718 Cayman y Boxster, situados por debajo de la gama del Panamera, el eléctrico Taycan, los Cayenne y Macan y, por supuesto, el 911. Sigue cumpliendo su cometido a día de hoy, una tarea que comenzó hace más de 30 años.