Cuando uno piensa en los coches más influyentes de la historia, uno podría pensar en marcas lujosas, exóticas, con grandes superdeportivos…y lo cierto es que la realidad es todo lo contrario. En el siglo XX en el que el automóvil pasó de ser un simple invento derivado del coche de caballos (cuando estos eran coches a secas y los de motor, automóviles entre otras denominaciones), pocos han sido los modelos que de verdad han supuesto una revolución y no han sido los grandes deportivos, sino aquellos coches que han permitido motorizar a familias de países enteros. Es decir, los utilitarios más sencillos entre el que encontramos el legendario Citroën 2CV.
El contexto en el que nace este coche es bastante curioso, pues en realidad precede a la Segunda Guerra Mundial y los primeros prototipos tuvieron que ser guardados a conciencia para que no fueran encontrados, robados o destruidos por el ejército nazi durante la contienda y la ocupación francesa. De otra manera…quién sabe cómo se hubieran desarrollado los automóviles después del conflicto armado. Incluso es posible que lo que ahora conocemos como Volkswagen Escarabajo hubiera tenido el motor en posición delantera en lugar de la trasera (un concepto que se tomó del Tatra T97 como el tiempo ha llegado a demostrar) o un esquema de suspensiones totalmente diferente. Porque esas y muchas otras fueron las aportaciones al mundo del mítico 2CV, uno de los coches con el periodo de fabricación más longevos en la historia del automóvil.
El Citroën 2 caballos un coche austero y económico
De hecho, el 2CV derivado del TPV de Citroën (desarrollado cuando Michelin tomó el control de la firma) iba a salir en 1939 como sustituto del Traction Avant, pero poco antes de su presentación surgió el conflicto armado contra el eje fascista. Después de la guerra hubo que hacer algunos cambios para hacer al coche económicamente viable ante una Francia (y una Europa) en ruinas y escasez de materiales. Era un coche pequeño, austero y económico, que recibió críticas de la prensa pero fue un éxito inmediato. Tanto, que había en su momento lista de espera y llegaban a verse unidades de segunda mano (que, por tanto, no había que esperar para obtenerlas) más caras que las recién salidas de la cadena de montaje. Quizás a algunos les suene esta película…
En lo que a motor respecta, no era una gran mayoría, yendo desde los 9 caballos del modelo de 1948 hasta superar los 20 caballos a base de progresivas evoluciones en su simple diseño, haciéndolo sobre todo más eficiente. Ahora bien, su punto fuerte nunca fue la potencia, sino buscar un consumo muy bajo (mucho más bajo que el Escarabajo, por ejemplo) y dar un par motor aceptable. Y, sobre todo, una gran fiabilidad. Hubo versiones de competición mejoradas hasta los 45 caballos de potencia que eran capaces de aguantar incluso las 24 Horas de Le Mans. Algunos ‘locos’ incluso le trasplantaron el motor del Citroën Visa de los años ochenta y hasta motores de cuatro cilindros provenientes del Citroën GS – en concreto, la del 2CV6 que se vio en la película ‘Sólo para tus ojos’ de la saga de James Bond.
2 Caballos con más de 40 años
Lo más increíble del 2CV es quizás su longevidad, siendo capaz de ocupar el segmento de coche económico para la marca durante más de cuarenta años, desde 1948 hasta 1990. En ese periodo, Citroën no sólo sacó coches más lujosos como el DS, el GS o el XM, sino también coches como el BX y otros compactos como el Visa y el AX. Y en todo ese tiempo, esas décadas en las que tanto cambió la industria del automóvil, ahí estuvo siempre el 2CV que sigue atrayendo miradas a día de hoy como un recuerdo de una época más simpática e inocente de las carreteras y el mundo en general. Sólo las cada vez mayores exigencias en seguridad activa y pasiva para finales de los ochenta y principios de los noventa, así como las necesidades de mayores velocidades, pusieron fin a la producción de todo un icono.
El sistema de suspensión con cilindros horizontales que conectaba la suspensión delantera y la trasera era un concepto muy diferente a lo habitual – era necesario porque en muchas partes de Francia en los años treinta y cuarenta… ¡aún no había carreteras! Fue un coche que se ideó para motorizar carretilleros que aún dependían de potencia animal. Por tanto, la suspensión increíblemente blanda se adaptaba a esos terrenos, al punto de ser capaz de transportar cestas de huevos campo a través sin que se rompieran. En carretera firme esto le daba otras capacidades, pues era y es muy fácil que cabecee la carrocería. De hecho, basta con que un adulto se apoye sobre una rueda para comprimir la suspensión, retirar el peso y hacer botar el coche.
Esto hace de la conducción del 2CV algo muy diferente a lo que conocemos hoy día, tanto por el hecho de que no se depende de la potencia sino del par motor y de la suavidad de la conducción. Un coche en el que, sin duda, uno entiende la evolución de la industria y tendrá unas sensaciones que ya no se encuentran en coches actuales. Si tan solo las marcas de hoy día fueran capaces de ofrecer coches a precios como se hizo en la época del ‘paraguas con ruedas’…
Artículo escrito por David Durán