Muchos recuerdan, con mayor o menor cuantía de datos, la existencia de Barreiros en nuestro país durante la década de los sesenta y setenta a través de aquellos Dodge que circularon por nuestras calles. Una industria española que poco a poco comenzaba a despertar tras muchos años de retraso debido a los efectos tanto de la Guerra Civil como de la Segunda Guerra Mundial. De todos los modelos que salieron de la fábrica de Barreiros, fruto de un acuerdo entre Eduardo Barreiros y Chrysler allá por 1963, quizás el más recordado fuera el Dodge Dart GT 3700, el más potente de todos y el vehículo más potente de fabricación nacional que se podía ver en la España de aquel entonces.
Barreiros no surgió de la nada, evidentemente: para la década de los sesenta ya contaban con experiencia fabricando motores, autobuses, camiones, furgonetas y otros tipos de productos. De hecho, ya su padre, décadas antes, se había dedicado al negocio de los autobuses. Tras los dos grandes conflictos mencionados y el traslado de Barreiros de Galicia a Madrid, se centrarían en la fabricación de motores diésel así como de camiones, pero pronto vio Barreiros en los fabricantes extranjeros la clave para lograr una cobertura financiera. Al mismo tiempo, Chrysler quería tener más presencia en Europa y consideró que unirse a empresas locales era mejor idea que implantar filiales en dichos países.
Primero serían los poderosos Dodge y luego los simpáticos Simca los que llegaron a España con este acuerdo, siendo sus modelos ‘insignia’ el Dodge Dart y el Simca 1000, respectivamente. De hecho, los Dodge fabricados por Barreiros se exportaron a más de una veintena de países, lo que hizo que Eduardo Barreiros se convirtiera en un empresario conocido a nivel mundial, incluso siendo mencionado por el New York Times. En 1967 empezó el principio del fin, con Chrysler y Barreiros buscando objetivos diferentes al mismo tiempo que empezaron a caer las ventas. Esto, junto con el bloqueo económico de Estados Unidos a América del Sur, principal mercado al que Barreiros exportaba sus productos, llevó a que Chrysler se hiciera con Barreiros y, eventualmente, se convirtiera en Chrysler España – paradójicamente la idea que evitaron en un principio.
Ya como Chrysler España, se planea la llegada de la cuarta generación del Dart a España, basándose en el Dodge Polara argentino. Los 3700 se fabricaban mediante ensamblaje, al igual que está ocurriendo hoy día con algunas plantas en España que se dedican a ensamblar coches que ya vienen fabricados de China. Los Polara montaban una caja de cambios de tres velocidades mientras que los 3700 usaban una caja de cuatro marchas, asientos más deportivos independientes y una consola central. Algunas de las últimas unidades del 3700 GT contaban incluso con cambio automático, además de cambios estéticos en la parrilla frontal, los reposacabezas del Simca 1200 y un repartidor trasero de frenada, haciéndolo la opción más atractiva, pero también la más lujosa.
El motor seis cilindros 3.7 atmosférico del Dodge 3700 GT le daba unos 165 caballos de potencia, entregando la fuerza incluso en bajas vueltas de manera que tenía ventaja con respecto a sus rivales de la época con motores más picudos, aunque tenía la desventaja del peso (unos 1.412 kilogramos en vacío en una época en la que había muchos coches que no llegaban a la tonelada de peso) que incidía en el consumo, ya de por sí mayor al tratarse de un motor mucho más grande. Todas las versiones montaban frenos de disco en el tren delantero y ya por aquel entonces llevaba dirección asistida. Según cifras oficiales alcanzaba los 176 kilómetros por hora de velocidad máxima.
Un coche de casi 5 metros de largo que resultaba relativamente fácil de llevar gracias a su dirección asistida, si bien no había que confiarse puesto que la suspensión mediante barras de torsión independientes tenían reglajes muy blandos para facilitar la comodidad a bordo – la comodidad para los pasajeros, junto a su imagen y robustez, hicieron que fueran escogidos como coches oficiales en los últimos años de gobierno franquista. La frenada era buena para la época, pero en frenadas a partir de 100 kilómetros por hora podía volverse un poco inestable. Debido al peso del conjunto, sobre todo por el motor sobre el eje delantero, el Dodge 3700 GT tiende a ser subvirador.
Las ventas decrecientes del 3700 GT y de su versión automática, cayendo en barrena desde 1973, hicieron que para 1978 Chrysler vendiera su filial española y el resto de filiales en Europa al Grupo PSA por un dólar. De esta manera, varios modelos Chrysler pasarían a ser Talbot para después fabricarse tanto modelos de Peugeot (como el célebre 205) como de Citroën. Por su historia y por lo que representó en España, estos Dodge 3700 GT tienen su merecido hueco en la historia y siempre es especial ver uno, más de medio siglo después.