Los Mercedes-Benz W110 eran, durante la década de los sesenta, los modelos de acceso a la gama de la marca de las flechas de plata, que por aquel entonces se dedicaba de manera prácticamente exclusiva a hacer coches de lujo dado que se habían apartado de las carreras poco antes tras el desastre de Le Mans en 1955. Puede sonar algo confuso, pero los W110 sucedían a los W120 (y los similares W121, siendo estos los Mercedes que más se vendieron en los años 50) en la gama, pese a que el nombre en código pueda llevar a pensar que sea al revés. En casi todas sus variantes se trataba de un sedán con motor de cuatro cilindros, tanto con motores de gasolina como los gasoil.
Su aspecto quedaba definido, además de su silueta más sólida y recta que el modelo al que sucedía, por la terminación de la carrocería con esa ‘aleta de pez’ que le daba forma al maletero, una pieza curva con la que se cortaba la silueta del W110 hacia los pilotos traseros. Era más espacioso y ‘señorial’ que el W120, manteniendo el mismo carácter de modelo de acceso dentro de la gama de aquel entonces. De hecho heredó el motor M121 1.9 (que ya habían montado años atrás los descapotables Mercedes 190SL) para las primeras versiones de gasolina, los 190, si bien las variantes con el motor diesel (190D) casi le duplicó en ventas.
A mediados de los sesenta Mercedes-Benz actualizó la gama de los W110, tanto a nivel estético como mecánico. En estética, los intermitentes se cambiaron de lugar para situarse bajo los redondos faros, además de otras revisiones de partes cromadas en la parte posterior. También incorporaban de serie asientos reclinables los cuales eran opcionales en las primeras versiones – ahora bien, lo que realmente cambiaba era debajo del capó, con el M121 agrandado a 2.0 y la inclusión del motor M180 de seis cilindros y 2.3 de cilindrada que equipaba el 230. La variante diesel, el 200D, seguía utilizando el motor OM621 de cuatro cilindros y, de nuevo, fue la que más éxito comercial obtuvo.
Los W110 son un antecesor lejano de los actuales Mercedes Clase E por su posicionamiento de sedán ejecutivo, además de contar con una disposición de motor delantero y tracción trasera. Como era habitual en aquella época, la posición de conducción es bastante erguida y la caja de cambios se encuentra en la misma columna de dirección en lugar de estar la palanca sobre el túnel de transmisión, además de no contar con dirección asistida – llama también la atención que sea un cuadro de mandos vertical. Por dentro encuentras mucho cromado en el salpicadero, mucho cuero en los asientos y, en general, una calidad en el acabado impresionante teniendo en cuenta que los W110 tienen unos 60 años a sus espaldas.
El guiado de la caja de cambios no es tan preciso como en coches más modernos y las prestaciones tampoco son estelares (los 190 daban unos 80 caballos de potencia y su velocidad máxima estimada ronda los 145 kilómetros por hora), pero ni siquiera por aquel entonces fue diseñado para eso. Es la suavidad de su marcha lo que lo hace atractivo, además de que tiene un volante con un radio bastante amplio de manera que transmite prácticamente todo lo que los delgados neumáticos transmiten a la dirección. Es un coche relativamente pesado para la potencia que tiene (no tanto en el caso del 230) y la suspensión es muy blanda, de modo que exige una conducción de máximo relax.
No es un coche de sensaciones ni para hacer tiempos en tramos revirados de montaña, pero para conducciones relajadas por el campo es un clásico increíble que aguanta con gran dignidad el paso del tiempo. Cuesta adaptarse a uno de estos si uno viene de coches modernos – al principio, en parte, a la hora de leer los diales del cuadro de mandos – pero si uno busca esa marcha elegante al volante, merece totalmente la pena.
Los W110 estuvieron en el mercado durante relativamente poco tiempo, unos siete años en total. Y es que, para finales de los setenta, Mercedes-Benz ya tenía preparado el W115, el modelo sucesor que supondría una ruptura con modelos anteriores sobre todo en lo que a esquemas de suspensión se refiere con la llegada del brazo de arrastre, antes de que Mercedes adoptara las suspensiones multibrazo más adelante. Fue el coche que introdujo la inyección electrónica en modelos de calle de Mercedes, entre otras grandes novedades – también sucedió en el tiempo a las plataformas W108 y W109, recordada en automovilismo por ser la base del 300 SEL AMG ‘Red Pig’ que fue segundo en las 24 Horas de Spa-Francorchamps de 1971 y dio origen a la historia de la que, décadas después, se convirtió en el departamento de altas prestaciones de Mercedes.