En 1990 Renault lanzaba al mercado el Renault Clio, un utilitario que tenía la difícil misión de reemplazar a un modelo de éxito como era el Supercinco. Renault no lo tenía fácil, y más si tenemos en cuenta que el Clio fue un modelo muy rupturista frente a su predecesor. El nuevo urbano de Renault no tenía nada que nos recordara lo más mínimo a un Supercinco. Fue un cambio radical en lo técnico y lo estético. Quizás algo arriesgado teniendo en cuenta que tocaba reemplazar a un modelo de éxito. Su estilo iba muy en la línea del Renault 19 y, además, también fue el primer modelo que recuperaba un nombre como denominación comercial en lugar de la característica numeración utilizada en las últimas décadas.
El primer Clio de la saga
Pero como toca hablar de todos los Clio Sport, vamos a centrarnos en el primero de la saga, que no exhibió dicha denominación, pero que pertenece por derecho propio a la estirpe de los ‘Clios’ más deportivos. Tras la era turbo de los 80, en los 90 la denominación 16V era la que se solía imponer como las versiones más prestacionales. El primer Clio con genética deportiva fue el 16V, que contaba con la dura tarea de reemplazar al mítico GT Turbo, un coche que cada vez está más cotizado y que sigue siendo un auténtico objeto de deseo.
El Renault Clio 16V dio un salto de gigante respecto al GT Turbo, un modelo que ya fue un referente en su época. El 16V supuso un paso más allá para ser el rey de la categoría y un magnífico coche de carreras, tanto en rallyes como en circuito. Frente al Supercinco, el salto fue enorme en cuanto a prestaciones y comportamiento dinámico. Y, obviamente, también en cuanto a calidad de acabados, refinamiento y equipamiento. Aunque el GT Turbo también era un gran coche en este sentido.
Para desarrollar el Clio 16V, Renault Sport eligió el motor y el equipo de frenos del Renault 19 16V. El 1.8 litros atmosférico de 140 CV, asociado a una caja manual de cinco velocidades de relaciones más bien cortas, proporcionaban en su conjunto unas prestaciones y rendimiento mecánico realmente bueno, algo inalcanzable para cualquier rival de la época. En cifras, el Clio más deportivo de la gama alcanzaba una velocidad máxima de 210 km/h de y aceleración de 0 a 100 en 7,8 segundos.
Pero sin lugar a dudas, el mito de esta primera generación cae en manos de la versión especial ‘Williams’, que, de alguna manera, rendía homenaje al equipo de Fórmula 1 del mismo nombre que tan buenos éxitos deportivos cosechó en la década de los 90 (recordemos que Renault era el proveedor de motores de la escudería británica). Con un nivel de potencia más elevado (concretamente 147 CV) y un chasis aún más deportivo, fue una versión muy exitosa en lo comercial que se llegó a ofrecer en tres series. En la actualidad, es una pieza de colección muy cotizada con un precio que parece subir como la espuma.
El Clio de segunda generación
Pero la denominación Sport o RS (acrónimo de Renault Sport), aterrizó por primera vez en un Clio cuando la firma francesa lanzó la segunda generación al mercado. Aunque esta nueva entrega comenzó a comercializarse en 1998, la versión RS no llegó hasta el año 2000.
El Clio de segunda generación, y esto es una valoración muy personal, no tenía el atractivo y el carisma del Clio 16V (sólo hay que ver la valoración de uno y otro en el mercado de los clásicos). Con un diseño radicalmente distinto al de su antecesor y una técnica continuista, el Clio seguía siendo una referencia. Mantenía la esencia del Clio 16V con un motor atmosférico que, para la ocasión, ganaba en cilindrada para alcanzar los 2.0 litros. Su potencia también era superior y se incrementaba hasta los 169 CV. Por su parte, y para no decepcionar, la puesta a punto del chasis era magnífica. Por tanto, Renault Sport consiguió un coche muy efectivo, fácil de conducir al límite y con una ligereza en su conjunto que le permitían ser muy rápido en todo tipo de circunstancias.
Segundo modelo del Renault Clio Sport
En esta segunda generación, Renault nos tenía preparada una sorpresa, un ‘regalazo’, una locura para los que amamos este tipo de coches. Con intención de reencarnar el espíritu del Renault 5 Turbo, el mítico «culo gordo», Renault Sport desarrolló y fabricó uno de esos coches especiales que no volveremos a ver. El Clio V6 era un Clio muy especial con motor y tracción en posición posterior. Al igual que el Clio Sport ‘normal’, estuvo presente en las dos fases del Clio 2 (X64). Pude probar los dos, es decir, la versión de 225 CV y la de 254 CV. En ambos casos, la atmosfera y lo especial que resultaba este coche, te generaba una satisfacción al volante prácticamente única. Su anchura de vías y corta batalla no era la mejor base para encontrar el coche más efectivo del mundo. Sí, se podía ir rápido, pero a cambio, el nivel de exigencia era altísimo. Había que tener mucho valor y confianza en uno mismo para tirarte en una curva rápida, porque la sensación de que se iba a girar de atrás era constante. Eso sí, conociéndolo y sabiéndolo llevar, era un coche muy divertido. Un coche muy especial que, seguramente, merecerá un artículo propio en el futuro.
En 2001 llegó una segunda fase de este modelo que presentó mejoras en su diseño, chasis y nivel de potencia. De hecho, se comercializaron dos versiones a lo largo de su vida comercial; una de 172 CV y una posterior con 10 CV adicionales. Esta última se podía asociar a un chasis, denominado Cup, que era aún más deportivo. Frente a la primera fase, sin duda lo peor era el volante, que tenía un tamaño excesivo para lo que se espera de un coche deportivo. La posición tampoco terminaba de ser la mejor (aunque no era lo peor) y los baquet opcionales firmados por Recaro eran casi una adquisición obligatoria para sentirse mucho mejor al volante.
El mismo año de su lanzamiento, en 2001, tuve la oportunidad de ser uno de los primeros periodistas en probarlo. Me gustó tanto que, pese a sus defectos, siete años después me compré uno, pero ya en su versión Cup de 182 CV. Era un deportivo sin concesiones al confort que se disfrutaba al máximo cuando practicabas una conducción extrema. Al igual que el Clio V6, este coche también merece un artículo especialmente dedicado en Soul Auto.
La tercera generación del Renault Clio Sport
La tercera generación del Renault Clio Sport también será una de las versiones más cotizadas de toda la saga; un muy buen coche deportivo que mantenía las buenas maneras de su predecesor, pero quizás con algo más de refinamiento y con un tacto menos denso en su dirección, cambio y pedales. Era un coche de mayor tamaño (ya superaba los 4,0 metros de longitud), tenía un puesto de conducción mejorado, y su chasis, con mayor anchura de vías, le permitía ser más efectivo. No obstante, como la ganancia en potencia no era destacable (200 CV) y el peso se incrementó en más de 100 kg, las diferencias entre ambos coches no eran tan grandes.
Técnicamente era una continuación de su predecesor, con el mismo motor atmosférico de 2.0 litros convenientemente evolucionado para generar más potencia y mejorar su rendimiento. Lo que sí fue novedad en su día, era el difusor posterior, que servía para dar más apoyo aerodinámico al tren posterior con el objetivo de conseguir un mejor paso por curva rápida. Es un coche que he podido probar en dos ocasiones. Las dos unidades que pude conducir en su día contaban con las mismas especificaciones, pero probados con una diferencia de tiempo de unos dos años. Admito que me gustó mucho más la unidad que probé por primera vez. Me encantó en todos los sentidos, con sensaciones cercanas a un coche de carreras. La segunda no me gustó tanto. Por las razones que fueran, no me pareció tan bueno por motor y por chasis. En este segundo caso, parecía que iba mucho más blando y no era, ni de lejos, tan efectivo como el primero.
Tercera generación del Clio Sport
Este tercer Clio Sport se comercializó con diferentes versiones especiales; Gordini, F1 Team, 20 Aniversario y Red Bull Racing.
La decepción llegó con el último Clio Sport
Y por fin llegamos al último de la saga. Un coche que no fue precisamente un broche de oro a una generación gloriosa que siempre permanecerá en el recuerdo. Para mí fue una completa y absoluta decepción. No era bueno ni como coche ni como deportivo. Al margen de ser un producto de mala calidad en todos los aspectos, como deportivo poco tenía que decir. Renault dio una vuelta de tuerca al concepto para ofrecer un Clio con un motor turbo más pequeño (un 1.6 turbo de 200 CV) y una carrocería de cinco puertas en lugar de tres. No era tan bonito (al menos en mi opinión), no transmitía ni la mitad de sensaciones y no me pareció ninguna maravilla en cuanto a comportamiento dinámico se refiere. El motor cumplía sin más y Renault tenía que falsear su sonido a través de los altavoces del equipo de sonido con un ruido de motor bastante mal hecho, por cierto. En fin, un completo y absoluto desastre. No sé si con la intención de enmendar el error, Renault Sport se sacó de la manga una versión, denominada Trophy, que tenía un planteamiento más radical y un motor más potente, concretamente de 220 CV. No pude probarla en su día.
Como conclusión, olvidándonos de la horrible cuarta generación de este coche, Renault Sport nos ha regalado una serie de modelos en la gama Clio de un nivel excepcional. Fueron una referencia en su día, y todavía lo siguen siendo. Todos han sido tan buenos, que cuesta quedarse con uno. Yo, probablemente, con permiso del Renault Clio Williams, me quedaría con un Clio V6, una locura de coche que aporta una experiencia de conducción magnífica y una exclusividad que es difícil de encontrar. Un coche con alma que lideraría la lista de los coches más deseados de Soul Auto.