A principios de la década de 1970, las ventas de Porsche no pasaban por su mejor momento, y las familias Porsche y Piëch acababan de retirarse de la dirección ejecutiva de la empresa. Además, las autoridades de Estados Unidos, por entonces el mayor mercado de Porsche, debatían nuevas normativas anticolisión y el Porsche 911 se consideraba un modelo en vías de extinción debido, en gran medida, a la inminente llegada de nuevas y estrictas normas anticontaminación.
Con este panorama, se respiraban aires de cambio en Porsche. Ernst Fuhrmann, recién nombrado Presidente del Consejo de Dirección, decidió impulsar un nuevo concepto que rompía con la implantación tradicional de motor trasero, además de suponer un cambio radical frente a todo lo anterior. En el primer modelo que empezó a desarrollarse, el motor debía ir delante, la caja de cambios detrás y, en medio, el llamado el llamado «eje rápido», un diseño al que Porsche definió como «transaxle». Este nuevo concepto sería la seña de identidad del 928.
El proyecto empieza a tomar forma en febrero de 1972
El lanzamiento del 928 fue una decisión valiente, pues se rompió con la tradición de motor trasero imperante en Porsche. Con el proyecto aprobado, a partir de febrero de 1972, la evolución del vehículo empezó a ganar velocidad en el Centro de Desarrollo de Weissach.
El motor, un V8 de 4.5 litros refrigerado por agua y con bloque de aluminio (algo novedoso en Europa), contaba elementos provenientes de la competición. Para el chasis se diseñó una suspensión trasera completamente nueva, que evitaba que las ruedas posteriores cogieran convergencia en los apoyos: el apodado eje Weissach. La carrocería, por su parte, era una mezcla de acero, aluminio y plástico. Y los parachoques de poliuretano estaban completamente integrados en el contorno del coche, lo que también suponía algo absolutamente nuevo. Estos, debían superar sin problemas las nuevas pruebas que obligaban a no tener daños tras una colisión a 8 km/h.
Hoy en día esto resulta totalmente normal, pero en aquel momento los paragolpes supusieron un auténtico quebradero de cabeza para los ingenieros y diseñadores, y también para Wolfhelm Gorissen, que estaba a los mandos de aquel proyecto. El problema no es solo la compleja fijación flexible, sino también la pintura. “Por aquel entonces no había ninguna pintura que fuera apta tanto para acero como para aluminio y poliuretano”, recuerda Gorissen. “En cada superficie se apreciaba una tonalidad distinta de color”. Esta pintura especial todavía estaba por inventar, algo que se consiguió antes de comenzar la producción en serie.
El primer Gran Turismo de Porsche
Mientras en el Centro de Desarrollo de Weissach se trabajaba en infinidad de detalles para poder ganar un centímetro de espacio aquí o ahorrar un kilo de peso allá, los expertos del departamento de Pruebas llevaban hasta el límite físico los prototipos que se iban fabricando.
La distribución de peso prácticamente ideal de 50:50 entre el eje delantero y el trasero, el motor V8 de elevado cubicaje y el complejo chasis ya permitían intuir, desde la concepción sobre el papel, una dinámica excepcional. Pero el 928 resultó ser mucho mejor de lo esperado. Gorissen recuerda un primer recorrido nocturno por la Selva Negra: “Era invierno y las carreteras tenían algunas placas de hielo. La situación no era nada fácil”. Sin embargo, al finalizar el recorrido, los pilotos de pruebas se bajaron relajados y satisfechos. “El vehículo ofrecía un comportamiento mejor que el del 911 de la época”.
Desde un principio quedó claro que el 928 era un modelo más avanzado: había nacido el primer ‘Gran Turismo’ de Porsche. El 928 estaba homologado para cuatro ocupantes, si bien es cierto que las dos traseras no resultaban propicias para realizar recorridos largos. Además de un habitáculo amplio, el maletero era de considerable tamaño, lo que le hacía que el 928 fuera un coche más práctico y utilizable que el 911 de la época. Asimismo, aunque hoy parezca compacto, en aquel momento se consideraba un coche grande.
Un gran debut en el Salón del Automóvil de Ginebra
Con el 928, el conductor y los pasajeros tenían la sensación de deslizarse por encima de la calzada. El nivel de ruido era claramente inferior al del 911 con motor bóxer refrigerado por aire, pues la dinámica era más benévola y el confort a bordo resultaba extraordinario. El sistema de aire acondicionado incluía la refrigeración de la guantera y, además, el volante y el asiento del conductor se podían regular en altura. Al mismo tiempo, el 928 también tenía otros detalles que marcaban la diferencia, como el sistema limpiaparabrisas, que disponía de un depósito independiente con una bomba adicional capaz de rociar esporádicamente un detergente especial sobre el cristal para que no quedaran marcas. Asimismo, para el 928 se desarrolló un equipo de audio radiocasete con excelentes propiedades de sonido, y un manejo claro y sencillo.
Durante su presentación en el Salón del Automóvil de Ginebra de 1977, el 928 causó sensación y un gran entusiasmo entre el público. “Rudolf Leiding, anterior Presidente de Volkswagen, compró inmediatamente uno para su mujer”, según informaba la publicación alemana Spiegel, que afirmaba que “ningún otro vehículo ha resultado tan decisivo para el crecimiento de Porsche como el 928”. En otras palabras: este modernísimo deportivo de desarrollo totalmente nuevo y elegancia atemporal, reunía todos los requisitos para convertirse en el digno sucesor del 911.
Un total de 61.056 unidades fabricadas en 17 años de vida
Hoy sabemos que, el 928, en realidad no reemplazó al mítico ‘nueveonce’, pero lo cierto es que el ‘Gran Turismo’ de Porsche tuvo su momento de gloria. Suyo es el mérito de haber sido el primer y único deportivo galardonado -hasta hoy- con el título de “Coche del Año en Europa”. Con el paso de los años, fue sometido a un proceso continuo de optimización y mejora, y aumentó su potencia de los 240 CV iníciales a los 350 de la última fase evolutiva, el 928 GTS de 1991. El fin llegó en 1995, cuando se interrumpió la producción tras haberse fabricado algo más de 61.000 ejemplares.
Artículo escrito por Gustavo