Alpine A310 V6: La Artesanía de un Coche Deportivo Clásico

El mundo del automovilismo está lleno de historias fascinantes y el Alpine A310 V6 no es una excepción. Este deportivo coche francés, esconde detrás de cada unidad un proceso meticuloso y un enfoque artesanal que le dio vida.

El Tiempo y la Dedicación

Cada Alpine A310 V6 que salió de la línea de montaje llevó consigo una increíble cantidad de trabajo manual. Se necesitaron alrededor de 130 horas de meticulosa artesanía para ensamblar cada unidad. Esto se debió a la naturaleza de su fabricación, que se centraba en la atención al detalle y la calidad. Si bien gran parte de sus componentes tenían sus raíces en Renault, también contaba con la contribución de otras empresas, como la cremallera de dirección del Peugeot 504 y los intermitentes del Simca 1301. Este enfoque en la artesanía y la precisión contribuyó a la singularidad y calidad del Alpine A310 V6, convirtiéndolo en un verdadero coche deportivo clásico.

 

Un Cambio de Filosofía con el A310 V6

El A310 V6 llegó al mercado como el sucesor del icónico A110. Este último, diseñado principalmente para el mundo de los rallyes, tenía un enfoque radical y una dinámica de conducción cruda. En contraste, el Alpine A310 se concibió como un coche más cómodo y espacioso, diseñado para el gran turismo. Mantuvo su espíritu deportivo, pero con un toque de comodidad que lo hacía más atractivo para una audiencia más amplia. Esta nueva filosofía representó un giro en la estrategia de Alpine, buscando llegar a un público más diverso mientras mantenía su ADN deportivo.

 

Alpine A310

 

El Debut de un Visionario

El debut del Alpine A310 V6 en el Salón de Ginebra en 1971 fue un momento impactante en el mundo del automóvil. Su diseño futurista, caracterizado por sus seis faros frontales, desafió las expectativas convencionales y atrajo la atención de todos. Más allá de su apariencia sorprendente, el Alpine A310 también enfrentó un desafío importante: su peso. Para cumplir con su papel como gran turismo, el coche pesaba alrededor de una tonelada, en contraste con el A110, que era significativamente más ligero, con menos de 700 kg.

 

Desafíos Iniciales

A pesar de su aspecto rompedor, la primera versión del A310 V6 estaba equipada con un motor de cuatro tiempos heredado del Renault 17TS. Con dos carburadores Weber y 125 CV, se encontraba superado en potencia incluso por algunas versiones del A110. Esta falta de rendimiento inicial resultó en ventas bajas, con solo 2,340 unidades vendidas en seis años.

 

Interior Alpine A310

 

El Resurgimiento del V6

Conscientes de la necesidad de mejorar, Alpine dio un paso audaz en 1976 al equipar el A310 V6 con un motor V6. Optaron por el popular propulsor PRV de 2.6 litros y 150 CV, desarrollado en colaboración por Peugeot, Renault y Volvo. Este motor, que también se utilizó en el DeLorean DMC-12, impulsó al A310 V6 a alcanzar los 225 km/h y acelerar de 0 a 100 km/h en 7.8 segundos. Esta estrategia revitalizó las ventas, duplicando su éxito inicial. Sin embargo, la falta de actualizaciones en los años siguientes provocó una disminución en las ventas nuevamente.

 

La Evolución Continúa

Para mantener la competitividad, en 1981 se introdujo la suspensión del Renault 5 Turbo en el A310 V6. En 1983, el modelo estrenó el Pack GT, que presentaba un mayor paso de rueda, alerones más grandes y un motor PRV de 2.9 litros y triple carburador Weber que generaba 193 CV. Durante estos nueve años de producción con las versiones del V6, se comercializaron un total de 9,276 unidades. El A310 V6 se despidió del público en 1984, dejando su lugar al Alpine GTA V6.

 

Alpine A310

 

Alpine A310: un clásico valorado

Con el tiempo, el rompedor diseño, el motor potente y la filosofía distintiva del A310 V6 han elevado su estatus en el mercado de los clásicos. Su proceso de fabricación artesanal y su legado en la industria automotriz lo han convertido en una pieza de colección altamente valorada.

El Alpine A310 V6, con su mezcla única de artesanía y rendimiento, sigue siendo un recordatorio de que la pasión y la dedicación pueden transformar un automóvil en algo más que una máquina: lo convierten en una obra de arte en movimiento, un auténtico coche deportivo clásico.

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